Cuando llegaste me pregunté si estaba preparada para recibirte.
Todo este tiempo pensando en cómo serías. Imaginando.
Cuando llegaste no sentí que el mundo se daba vuelta ni que de repente el universo cambiara su marcha: fue algo mucho más suave y sereno. Como si por fin dos partes se juntaran, despacio. Para quedarse unidas para siempre.
Todo este tiempo pensando en cómo serías. Imaginando.
Cuando llegaste no sentí que el mundo se daba vuelta ni que de repente el universo cambiara su marcha: fue algo mucho más suave y sereno. Como si por fin dos partes se juntaran, despacio. Para quedarse unidas para siempre.
Cuando llegaste mi cuerpo se acomodó al tuyo. Mi brazo se volvió cuna, mi cuerpo entero se convirtió en refugio, en mecedora. Aprendí a darte calor con mi calor. A entender qué significaba cada uno de tus sonidos.
Cuando llegaste todo siguió igual pero yo cambié.
Cambié mucho y para siempre.
Cambié mucho y para siempre.
Descubrí los miedos. Descubrí todo lo que no sabía, lo que me faltaba aprender, pero también descubrí ese lazo invencible que nos va a unir pase lo que pase. No importa si algún día estamos lejos: los dos sabemos que ese hilo infinito, invisible, es capaz de atravesar montañas y océanos.
Y que ahí donde tu corazón esté latiendo, ahí, ahí mismo, voy a estar con vos.