viernes, 12 de febrero de 2016

Se acerca San Valentín y tú estás haciendo las maletas, sobre la cama y también por dentro, y hacia más adentro. Recogiendo y ordenando tus cosas, plegando la ropa y pensando hacia dónde soplará el viento esta vez. Tienes la impresión de que tus sentimientos son retráctiles, como un matasuegras. Tan pronto soplas y se expanden montando un gran escándalo, como se enrollan hacia sí mismos y desaparecen al quedarte sin aire. Y cuando se estropea el mecanismo, por mucho que lo intentes no hay manera de volver a hacerlo sonar.Siempre acabas cogiendo un billete de ida y vuelta, no quieres arriesgar, así que todo acaba en el mismo lugar donde empieza.
Te enfadas porque siempre te gustaron las celebraciones, pero olvidas que cada día hay que celebrar algo. Incluso estar desenamorada merece una gran celebración, al fin y al cabo te ofrece la oportunidad de volver a enamorarte de nuevo.
Quieres irte de puntillas, sin hacer ruido, pero sabes que al final tropezarás con algo
 y tendrás que excusarte. No sabrás que decir. Explicarás que necesitas estar sola….y sabes que eso no es cierto.
Lo que deseas es que te bailen las tripas, que te besen con ultra-violencia, que dos manos parezcan ocho, y que cuatro ojos parezcan dos mirando en una sola dirección. Bah, el cuento de siempre...
Abrirte de piernas y cerrarlas con un nudo mortal. Siempre tú. Siempre mío. Siempre mía. Sin saber nunca quién es la víctima y quién el depredador.
El amor te pone enferma. La fiebre te hace delirar de fo
rma intensa. Pero el delirio es tan placentero que venderías tu alma al diablo por estar siempre convaleciente.
Nada más cerrar la maleta, todo se vuelve descolorido, y tú pareces una veterana de guerra, mutilada, desencantada y temerosa del mundo. Es entonces cuando él te dice:
-“No te vayas..Te compraré bombones, te dedicaré una postal, te haré un regalo, te llevaré a cenar, te diré que te quiero, y cuando se te pase la tontería, hablamos” -
Sin embargo, esta vez no. Sabes que ya no.

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