“Ha sido establecido científicamente que el abejorro no puede volar. Su cabeza es demasiado grande y sus alas demasiado pequeñas para sostener su cuerpo.
Según las leyes aerodinámicas, sencillamente no puede volar. Pero nadie se lo ha dicho al abejorro. Así es que vuela.
Sin embargo, mientras el técnico se esfuerza por demostrar la imposibilidad del vuelo del abejorro, allí está este bicho negro, desproporcionado y peludo volando plácidamente contra toda ley aerodinámica, libando despreocupado el néctar de una flor.
Nadie se eleva más allá de sus propias expectativas.
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